martes, 30 de junio de 2009

III. LUZ Y SOMBRA


III LUZ Y SOMBRA.

Este mensaje va y viene a mí como las olas en ese mar abierto de nuestras vidas. Y aunque a veces se viste de un sonido musical al más puro estilo canario propio de “ Pedro Guerra”, son otras personas las que me lo transmiten, con su ejemplo, con sus historias de vida. Por ello, no sería justo atribuir todo el mérito en exclusividad a su creador, a este gran cantautor, que tan bien sabe expresarlo a través de su música, sino también a dos grandes amigos, que lograron un buen día captar mi atención. Y descubrir así el verdadero significado tan hermosamente expuesto en boca de Pedro .
Gracias a Puche y a Ernesto, descubrí el encanto de sus letras; la enseñanza de sus mensajes y el placer auditivo de su música. Creando la envoltura perfecta, atrayente y sugerente, para destapar el regalo y comprobar, agradecida y fascinada, lo mucho que me gusta su contenido y su poder casi mágico de alegrar un momento; de transformar una pena; o de poder expresar un sentimiento, que hasta ahora me resultaba inclasificable o indescriptible.
“La lluvia nunca vuelve hacia arriba”, dicho así parece una tonta obviedad provocadora de risas en últimas horas de nuestra jornada. Fruto del cansancio, del aburrimiento de la lucha diaria, como un esperpento rompedor de la rutina. Y sin embargo un gran punto de partida, ha sido y es, para muchos que conozco, al igual que para mí. Un arranque; un despertad; un decir: - ¡basta ya!, no puedo seguir dormido en este colchón cómodo y calentito. No puedo permanecer por más tiempo en esta guarida, alejada de la vida, del fluir, del movimiento, en definitiva del cambio. No por miedo. Se acabo el miedo -.

Nada es eterno ni absoluto, todo está en continuo cambio. Todo se ve afectado por todo. Y puedes aceptar esto y aplicarlo a tu vida; o ignorarlo y seguir dándote bandazos de incomprensión, de mala fortuna y de victimismo. “Aunque el mar vuelve, nunca es el mismo mar, la tierra nos devuelve otro sol cuando gira y todo tiende a huir y vuelve a empezar, y cambia de impresión cada vez, que respira”. Cada minuto está lleno de oportunidades, de opciones disponibles para ti. Y eres tú, y yo quienes tenemos la capacidad de elegir cómo vivirlos. Solemos sumergirnos en nuestras rutinas diarias, esas que con tanto esmero y esfuerzo nos hemos construido. Creyendo que siempre es y debe ser lo mismo. Y aunque es cierto que algunos factores no cambian, el producto siempre puede ser alterado. Eso depende de nosotros y de lo que queramos hacer con ellos.
En nuestro letargo rutinario se producen despertares, a veces voluntarios y elegidos. A veces impuestos. Estos últimos suelen camuflarse con sensaciones poco gratas, lo que dificulta la comprensión de su misión. Pero cualquier despertar, sea cual sea su procedencia, su motivación o provocación es un regalo que la vida nos brinda, que Dios nos concede, siempre para nuestro bien, sin lugar a dudas, para mejorar.
Esta canción significó eso para mí, un despertar. Un aprovechar el tiempo, ese que tan deprisa corre. Atrapar las oportunidades, las ocasiones que se presentan con aspecto de uniforme; de mono de trabajo; diarias y habituales. Y también aquellas engalanadas con sus mejores pieles; encorsetadas en estilizados trajes de fiesta, recargados y vistosos, o en insinuantes transparencias, que se presentan más de vez en cuando. Reconocer que todo lo vivido nos es útil, y que cualquier segundo de aliento puede aportarnos. Ponernos en marcha y abandonar la pasividad del estancamiento para mí fue la clave, en un momento dado, y siempre, para superar etapas; para crecer y llegar a la meta deseada.
Este chorro de optimismo me abrió los ojos en un lapso de penumbra. Dejé de hibernar y salí a la luz de los que vienen y van; alejándome de la sombra de mi guarida. Y comprobé, que tan sólo viviendo, optando, arriesgando, siempre en movimiento, se consigue la luz, ser luz. En este caminar hallaremos de todo, no se nos garantiza el éxito, ni la felicidad, ni siquiera la ausencia de dolor. Pero sólo caminando, sólo poniéndonos en macha es como podremos llegar a algún punto. El estar recluidos en un lugar seguro, sentados y acomodados tan sólo nos trae eso, estancamiento, vacio, aburrimiento e insatisfacción.
Nunca sabemos si esta vez es la vez, y dudamos de todo. Pensamos y repensamos cada acción para asegurarnos su resultado deseado. Y tal vez si no dudáramos veríamos que todo puede pasar, y si no pasa luego sana la herida. Inténtalo, que no te abrume la indecisión no le concedas tanto tiempo al pensamiento que consumas la arena de tu reloj sin acción. Ponte en marcha, no pasa nada, salga cómo salga, siempre tendrás en tus manos las herramientas necesarias para reconducir tus acciones, para quitar las piedras del camino y allanarlo. Encontrarás señales, saldrán a tu paso guías, faros y brújulas que facilitarán y reportarán tu andadura, pero para ello debes caminar. Se precisa estar en movimiento. “Porque hay una luz tras los que vienen y van y hay una sombra en los que busca guarida”. Porque sentado, echado sobre el tálamo de tu miedo e inseguridad tan solo se obtiene noche, pesadilla, añoranza y desazón por consumir tu tiempo totalmente de forma improductiva, vegetativa y aniquiladora.
“ Y todo lo que un día ocurrió se termina; y si estuviste ahora y luego no estás, y nunca más te vi y no fui nada en tu vida”. Pasarás y pasarán por tu vida, personas muy diversas. Te dejarán huella, tú les marcarás. Y aunque en ocasiones, creerás morirte de dolor por su perdida, eso como todo, también se superará. El anhelo conseguirá borrarse y tu corazón cada vez más libre y más lleno de amor y de paz conseguirá volar a otros horizontes, sabiendo que debe continuar su marcha; debe seguir latiendo, emocionándose, conmoviéndose y quebrándose. No pasarán indiferentes por tu vida, ni tú por la de ellos. Con el paso del tiempo comprenderás su posición actual y sobre todo la tuya.
Que nunca te paralice la pérdida. Porque en este tren de ida y vuelta; en este viaje exótico sin destino cierto, lleno de sorpresas e improvistos, siempre saldrán a tu encuentro ángeles, que te acunarán; que te recompondrán, curando tus heridas, cosiendo tus cicatrices; que te abrazarán y reconfortarán cuando te sientas perdido en la oscuridad de la fría noche; que te iluminarán y te ayudarán a ver la salida.
Ni la tristeza, ni la decepción por el fin de algo te lleve a refugiarte al fondo del agujero de tu oscura madriguera, porque te perderás muchas oportunidades de conocer a gente estupenda, y de que te conozcan. Es necesario cerrar puertas para poder abrir ventanas. Y el sol puede entrar incluso a través de pequeñas rendijas. Puede calentar y generar vida.
Estate siempre dispuesto, siempre preparado con tu mochila llena de esperanza, tu cantimplora a rebosar de deseos y tus bolsillos repletos de ánimo y fuerza, camina, no dejes de hacerlo, porque sólo así sentirás que:
“La lluvia nunca vuelve hacia arriba”. Y que cada tormenta aprovechada, por ti y por mí, no habrá sido en vano. Mojarnos; chapotear sus charcos; lavarnos el alma de rencillas y reproches, formará parte del camino, pero siempre acabaremos secándonos y abrigándonos. Disfrutando, al echar la vista atrás, al frente y a los lados del paisaje dibujado, recorrido y creado.
Que nada te pare, siempre en movimiento. Porque solo la acción te hará crecer y evolucionar. La quietud sólo conlleva pasividad y estancamiento.