viernes, 26 de febrero de 2010

MICRORRELATOS: EDEN PERSONAL.


EDÉN PERSONAL.

Tacones golpeando el suelo, contoneo de caderas, falda ladeada marcando sus formas fuera de perspectiva. Esa melena rizada ondeando caprichosa según la brisa del mes de abril. Un perfume intenso, penetrante que corta el sentido. Que te transporta a un edén, paraíso perfecto inaccesible para los simples mortales, esos que madrugan, sudan y se desmemorian con el paso del tiempo.

¿Tal vez he muerto y estoy en mi cielo? Entorno repleto de hermosas mujeres, de formas, esencias, manjares y colores propios de otra categoría, de otra dimensión. Perfección a mí alrededor y yo tan mediocre.

En esta escuela de la vida uno aprende demasiado tarde. La veteranía y la experiencia se nos conceden como medalla póstuma, reconocimiento que nos llega cuando carecemos de sentidos. Y son otros los que las recogen en manos tarambanas. Para encerrarlas en una vitrina o conservarlos en un álbum, casi olvidado en el recuerdo.

Dicen, que aquí no sirve de nada los títulos, ni los meritos terrenales. Eso me salva. No hay duda estoy en el cielo. ¡Que gloria haber llegado! Por fin un poco de vida, de buena vida.


NIEVES JUAN GALIPIENSO.
26/2/2010.

miércoles, 24 de febrero de 2010

ARREBATO


ARREBATO.

Su labio entre mordido, ojos en blanco, respiraciones aceleradas. Silencio roto a golpe de gemido ahogado en suspiros casi silenciosos, una lágrima moja su mejilla. Y ese abrazo comienza a ahogar. Dos cuerpos enlazados en uno. Sin otro pensamiento, ni propósito que amarse.



NIEVES JUAN GALIPIENSO.
3/2/10.

AFORTUNADO ENCUENTRO


AFORTUNADO ENCUENTRO.

Caminaba a prisa, sus pisadas delataban inseguridad y peligro. Sombras en la noche la perseguían. Respiración entrecortada, caminar acelerado. Giró en la primera esquina para esconderse, chocando con su verdugo.

- ¡Ayyyyyy! ¡No me haga daño, por favor!-
- Señora tranquila, soy el agente Rodríguez, ¿está bien?



NIEVES JUAN GALIPIENSO.
2/2/10.

DE PASEO.


DE PASEO...

Caminaba sola arrastrando su osito de trapo, asustada y llorosa. La gente pasaba por su lado esquivándola. No comprendía su indiferencia. ¿Dónde estaba su mamá?.

- Clara, cariño, tranquila. No llores más. Estás en casa y con mamá. Vuélvete a dormir, todavía queda mucho para ir al cole.-




NIEVES JUAN GALIPIENSO: 2/2/10.

DESPEDIDAS:ACERTADA DECISIÓN


ACERTADA DECISIÓN.


Te encaprichaste de mi, tal vez, porque era una nota discordante en tu vida. Alguien que salpicaba tu honorabilidad y tiraba por tierra la cuna de tu familia. Elegirme fue otro más de tus actos de rebeldía frente a esa estricta autoridad familiar.

Debo marcharme, mi amor, porque seguir a tu lado sólo te dañará. Tu familia jamás me aceptará. Y en un par de meses lo que ahora es novedad pasará a un segundo plano. Tu desinterés ganará terreno sobre mi. Entonces no podré soportarlo. Y te quedarás sin tu familia y sin mi.

Ahora te enfadarás, incluso me maldecirás. Pero a la larga comprenderás que es lo mejor. Reconcíliate contigo misma. Deja de guerrear, nadie ha abierto ningún frente contra ti. Acepta quién eres, dónde has nacido y sé quien deseas ser.

Construye tu vida desde la utilidad y la satisfacción, no desde el escándalo y las excentricidades. Duerme, sigue soñando con mis palabras, cuando despiertes ya no estaré. Y mi nota te recordará que todo esto fue real.

Un beso mi amor, nuestras vidas seguirán, el camino está por trazar.


NIEVES JUAN GALIPIENSO.
24/2/2010.

DESPEDIDAS: DESPEDIDA REVELADORA.


DESPEDIDA REVELADORA.

Creía que no llegaba a tiempo. El taxi pilló un atasco en la carretera y tuve que bajarme y realizar el último trayecto corriendo. Llegué acalorada al aeropuerto, los nervios y el sudor invadieron mi rostro y mis manos. Te busqué en tu terminal, y a lo lejos divisé aquel sombrero que tanto detestaba. Ese que te regalaron por tu ascenso.

Ahí estabas tú, respetando como nunca la cola, erguido, bien plantado de espaldas a mi, mostrándome el mapa de África estampado en tu camiseta. Grité tu nombre varias veces. Pero mi tenue voz se perdía entre tanto espacio.

Mi corazón se aceleraba por momentos, te ibas y no podría despedirme de ti. Tal vez en un arranque de valor conseguiría decirte esto que callo tantos años. Intentaba alzarme de puntillas, con la esperanza de resaltar y llamar tu atención, agitaba mi brazo a la vez que pronunciaba tu nombre.

De repente te giras tu maleta se ha atascado, sí creo que me has visto. Corres contracorriente, la azafata te llama la atención, pero sigues corriendo hacia mi, los pasajeros te observan sorprendidos.

- ¡Jorge!.- Me fundo en un abrazo contigo y te susurro: - lo siento, te echaré de menos, muchísimo. Buena suerte en tu nuevo destino. Acuérdate de mi.-

Tú me besas y respondes: - tranquila volveré en un par de semanas, acabo de verlo claro. Rechazaré el traslado. Nada se me ha perdido en Bélgica. Aclararé todo y volveré, y entonces no aceptaré ni una escusa por tu parte. ¿Trato hecho?.-

Yo te beso y mis lágrimas te confirman mi deseo.



NIEVES JUAN GALIPIENSO.
23/2/2010.

DESPEDIDAS


¿YA TE VAS?.


- Prepárense.- Nos alertó su médico. – Tal y como avanza la enfermedad, todo apunta a complicarse en cualquier momento y ser irreversible.- Escuchábamos estas palabras en el pasillo del hospital como sentencia en vía de ejecución rápida.

¿Cómo se prepara uno para esto?. Para decir adiós y dejar partir a alguien que anhela su libertad. Que aún estando aquí físicamente, su mente y su esencia hace mucho que vagan perdidas, desorientadas en busca de su destino.

¿Cómo se prepara uno para no sufrir, para no llorar?. Para no sentir su apego, su cariño, su amor y su protección. ¿Cómo se puede decir adiós sin que se nos resquebraje la voz, se hiele el aliento y se nos petrifique el alma ante los pies de su cama, tomándole de la mano?. Mientras él ya hacía mucho que tenía decidida su partida.

No se puede, sucede, se vive, se impone y se supera.



NIEVES JUAN GALIPIENSO.
19/2/2010.

viernes, 12 de febrero de 2010

ALIENTO


ALIENTO.

Sé que lloras a escondidas, y eso me mata, creo que más, que esta mierda que tomo. Por las noches en silencio, el cuello de tu pijama y el lado de tu almohadón se humedecen. Y cuando sales, aprovechando que tengo visita y tardas un tiempo en volver, sé que digieres en soledad nuestro diagnóstico.
Intentas sonreír, y te esfuerzas en ello, pero me basta mirar tus pupilas para saber que su pequeño riachuelo de tristeza y desesperanza ha fluido como agua que busca su camino.
Entonces bromeo, y pongo alguna de esas caras que tanta gracia siempre te han hecho. Tu sonrisa brota sincera y limpia, yo me oxigeno y me crezco, no todo está perdido. Mi aliento cobra fuerza, te cojo de la mano y tus caricias me recuerdan cuan afortunado soy. Aún teniendo esta sentencia de muerte casi firmada.