martes, 17 de enero de 2012

¿Será por bolas?


-¿Preparado?-
- No hay más remedio, otra vez de retirada.-
- Todas nuestras ilusiones rotas, de nuevo al olvido.-
- Hasta el año que viene para muchos, y hasta la semana siguiente para otros.-
- Casi me alegro de seguir en el anonimato, tú sabes que ajetreo cuando eres finalista. Todo son flases, entrevistas, champán, gritos, manoseos.
- Los amigos crecen, salen de debajo de las piedras.-
- Banqueros impertinentes que les cogen del hombro.-
- Y nosotros hechos un trapo en cualquier bolsillo.-
- Los más ordenados eligen su cartera, un cajón en casa, la caja fuerte, para los desconfiados.-
- Si, nos miran y remiran, no terminan de creérselo, nos besan, incluso nos aclaman.-
- Bueno mucho de eso también lo hacen antes del sorteo.-
- Si a mí en varias ocasiones me han hecho de todo. Este año me he librado de eso.-
- Sí, volvemos intactos, nadie ha deseado comprarnos. Mírame, impoluto, con ese olor típico a papel recién impreso, sin arrugas. Todo un caballero.-
- Ni una mano se ha dignado a sujetarnos, tan sólo esa pinza maldita, que mira que aprieta la jodía.-
- Esas son las únicas marcas que tengo, la verdad es que ahora en el sobre se viaja mucho más cómodo, sin estrecheces, ni apreturas, perfectamente dobladitos.-
- Nuestras horas están contadas, en breve esa boca destructiva nos engullirá, y desapareceremos.-
- Tranquilo, pronto regresaremos, con otro color, otra cifra, dispuestos a generar nuevas ilusiones.-
- Y también desengaños. Pero cuéntame tus hazañas, decías que te habían hecho de todo.-
- Imagino que como a ti, pero tengo grandes anécdotas. Mira, en una ocasión, siendo 45.623, unas monjitas se fijaron en mí. Su convento estaba en números rojos, era casi imposible subsistir, y a una de ellas se le ocurrió la gran idea de tentar a la suerte. Teniendo al Padre de su parte, contaban casi con un 40% a su favor. Rezaron, pidieron un milagro, ofrecieron letanías, velas y hasta comida.-
- No me digas, ¿y saliste?-
- No tan rápido. Primero pregunta si me compraron, porque al principio vivían esa idea sin llevarla a la práctica, mucha oración, mucha intención, pero yo seguía colgado en la tira. Tuvo que ser la última novicia, la mente iluminada, que sugirió mi adquisición.-
- ¿Estuviste en un convento? ¿Cómo es?-
- Si señor. Me alojé en los cimientos de un convento en activo durante unos quince días. Y la verdad tengo que reconocer, que esa vida retirada y espiritual me devolvió a mi centro, recuperé el equilibrio y la paz. Fui custodiado por la Madre superiora. Nada más y nada menos que junto a San Pancracio, rodeado de perejil y flores y Santa Rita. Nada de manoseos, ni de besos, nada de babas ni de pliegues. Perfectamente echado reposaba, pasaban mis horas entre cánticos, vísperas y rosarios. Siempre me tenían en mente. Por unos días fui el único protagonista, el más deseado. Presente en el pensamiento de tantas mujeres. Sintiéndome adorado por cada una de ellas. Llegué a pensar que ocurriría. Que si Dios existía no podría dejar en saco roto a las de su gremio. Y comencé a imaginar cómo sería todo. Fascinado por la novedad y la supuesta fama hasta que caí en la realidad.-
- ¿Fue entonces cuando te acojonaste?-
- No era el único. Mientras todas las hermanas pedían el gordo, la Madre superiora se conformaba con la pedrea, un modesto pellizco, uno más de tantos, anónimo, común. Algo que pasara desapercibido, para no tener que dar cuenta a la diócesis. Al fin y al cabo pertenecían a ella, y cualquier beneficio debía ser entregado, ella ya dispondría su reparto. –
- ¿Era posible que ellas no vieran nada?-
- Y tanto. De ahí mi miedo. Pasaría a manos sebosas llenas de sortijones, que no dudarían en canjearme lo antes posible, no habrían pantallas, ni frases gloriosas, una cuenta bancaria más que engrosar, mientras mis pobres monjitas serían repartidas por todo España. ¿De qué habría servido salir ganador? Más dinero a manos del dinero. Aumentar una fortuna, mientras sus hermanos pasan necesidad.-
- ¿Qué pasó?-
- La Madre ganó, yo creo que lo pactó todo con Dios, en algunas de sus oraciones acordaron un pequeño pellizco fácil de justificar con sus ventas de productos artesanales y donativos, entrarían en sus arcas y asegurarían un año más de vida, si a cambio el gordo recaía en gente todavía más necesitada que ellas. Familias paradas, personas con deudas, enfermedades, etc.-
- Era un trato justo.-
- El 45.623 les otorgó 4.150 €, sus libros contables mostraban las partidas de ventas que reunían dicha cantidad.-
- ¿Y el gordo a quién tocó?-
- Ese año, un pequeño pueblo de parados y agricultores humildes brindaron. Fueron ellos los que mostraron el billete premiado, los que descorcharon el cava, emocionados y nerviosos no acertaban a imaginar qué hacer con tanto dinero.-
- ¿Y las monjitas?-
- Algunas estaban abatidas, pero en la comida del día 22 brindaron felices, el dinero había ido a parar a gente muy necesitada. Sus oraciones no habían sido en vano, la Madre superiora respiraba tranquila, mañana podría ir a cobrarlo. Una buena administración de él daría para subsistir algún tiempo.-
- ¿Y tú qué te cuentas?-
- Poco, soy novato en todo esto.-
- ¿Eres de la última remesa? ¿De los agregados?-
- Exacto, este era mi primer sorteo, y ya ves ni siquiera me han comprado. ¿Menudo éxito, eh?-
- Ya habrán otras oportunidades, tranquilo.-
- Yo llevo aquí mucho, me han lavado, me han hecho trizas, y vuelto a pegar, me han llorado, incluso me consultaron en videntes. Siempre hay despistados que me esconden tanto que no saben dónde encontrarme. Serví de cromo para una niña, estuve meses y meses entre sus manos y aquella cajita de latón roja. He sido atravesado en un tablón. Me he paseado en varios monederos, atravesado provincias. Restregado por chepas, barrigas de embarazadas, pechos, corazones, etc. Han reñido por mí, han realizado largas colas para obtenerme. Manías, supersticiones, deseos, sueños. Tanto en un simple trozo de papel.-
- ¿Pero entonces con tanta experiencia, tú de qué te quejas? Este espacio es para eso.-
- Pues de eso, de ser un simple trozo de papel caduco, la gloria y el infierno. La fama y el anonimato. Ser enmarcado o roto en mil pedazos. Perra vida la que tenemos. Siempre compitiendo entre nosotros, a merced de nuestros dueños. Sin derecho a réplica, aceptando su trato. Amados, ignorados, odiados. En la próxima reencarnación no pidas ser un boleto de lotería, sé más original en tu elección. Hazme caso.-

NIEVES JUAN GALIPIENSO.
17/1/2012.