martes, 27 de abril de 2010

ENCUENTRO PERFECTO.



ENCUENTRO PERFECTO.


Natacha era su nombre de guerra. Abogada de profesión y amante de vocación. Ejemplo de fracaso repentino y constante en el amor. A sus 42 años, sin hijos ni pareja estable capeaba el mundo, su mundo, con pequeñas dosis de excéntrica pasión.

Consultó su agenda más como ritual mañanero que por necesidad, ya que recordaba perfectamente su cita más urgente y desagradable. – ¡Bien! , a las 10.00 h gine, perfecto, a ver si de una vez me alivia estas molestias.- Hablaba en voz alta para grabarlo en su memoria, y apaciguar su desazón.

Tras desayunar, perfectamente engalanada, regresó al despacho para consultar su correo. La noche anterior demandaba una oferta en aquel foro privado. Y deseaba saber si algún interesado le había contestado. Aunque temía que el diagnóstico de su ginecóloga impidiera llevar a cabo su propuesta.

Tarzán ibérico había contestado. – Vaya este vicioso no se pierde ni una, a ver si hay suerte y acude con su Jeanne y la jungla al completo.- ¡Sí, sí!, esto marcha ha conseguido reunir a cuatro participantes más, esperemos que no sean novatos, y si lo son, que sean de total confianza. Hablaré con él para asegurarme.-

Manifestó su inquietud a Tarzán y apagó su ordenador, saliendo a la carrera por el pasillo de casa. Otra vez llegaría tarde, aunque en esta ocasión la esperarían. Nerviosa y algo asustada respondió a todas las cuestiones de la ginecóloga, el diagnóstico estaba claro. Reposo, antibióticos y óvulos. Menudo fastidio tendría que privarse de esta orgía que prometía llegar a gang – bang. Aunque pensándolo bien siempre le quedaba la opción de mirar. No solía hacer de Voyeur, le iba más la acción, la conjunta sobre todo en plan dominante más que dominado. El que la vieran los demás, eso si solía gustarle.

Al regresar a casa y comenzar con el tratamiento recordó que debía informar sobre su participación, simplemente de mirona y como excepción. La cita ya estaba ubicada y fechada. El sábado, a las afueras del parque real, a partir de las 00.30h. Al menos un par de coches confirmaban su asistencia. Tarzán había reunido a varios amigos y amigas, y Casiopea acudiría con dos chicos más. Tres chicas y cinco hombres formarían el grupo, entre ellos alguna pareja para el intercambio y Natacha nuestra novena integrante con tan sólo derecho a ver, oír y callar.

Le costó contenerse, pero las molestias que aún acarreaba de su última cita, siendo tocada y amada por más de seis desconocidos a la vez, penetrada por todo lo que a su paso salía, le recordaban el comportamiento óptimo, que debía adoptar, para poder unirse cuánto antes a otro gran cancaneo.

Se excitó, como jamás hubiera imaginado. Esta pasividad contemplativa de cuerpos sudorosos, entremezclados, jadeantes, botando, adoptando posturas de contorsionista, amante y vicioso, la puso a cien, no necesitó tocarse, verles e imaginarse en puesto de alguna de ellas, le bastó.

Cada uno fue abandonando los dos coches improvisados como lechos. Y regresando a sus casas en sus respectivos vehículos. Natacha fue de las últimas, debía aprovechar, ya que por algún tiempo la sequía arrasaría su árida duna. Intercambió algunas palabras de aliento y reconocimiento a los nuevos. Invitándoles a la próxima. Prometían y mucho. De camino a casa, su mente imaginó a dos de ellos en plena acción sobre ella. Y disfrutó tan sólo imaginando. – ¡Dios!, ¿cómo será cuándo los sienta dentro de mi?

NIEVES JUAN GALIPIENSO.

27/4/2010.