lunes, 28 de junio de 2010

XIII. ETERNIDAD.



XIII. ETERNIDAD.

“5.000 años
y aún estoy por tus huesos abrazado a tus huesos
respirando tu olor.

5.000 años
y aún me saben tus besos al sabor de los besos
que se dan con sabor”.

Pensé que no te vería más y eso me angustió tanto que dejé de respirar. Dicen que tras tu partida morí de pena. Apostaron porque no lo superaría, y ganaron, sin ti nada tenía sentido, y decidí marcharme en tu busca. No hubo despedidas ni notas aclaratorias, me llegó de forma natural, deseada, pero natural, me cansé de respirar el aire ausente de ti.

Supe que andabas cerca, porque tu fragancia lo invadía todo. Mis pulmones acartonados comenzaban a esponjarse y otro fluido me devolvía la vida, otra vida, en otro sitio, creo que el cielo.

¡Madre mía! hace tanto ya de todo esto, recuerdo nuestro primer encuentro, aquí, tus amigos te avisaron de mi llegada y puntual viniste a acogerme, me mostraste la luz y el camino acertado. Me tomaste de la mano y juntos recorrimos el túnel.
Me acerqué para besarte, como solía hacer en la tierra, no pensé que aquí se dan de forma diferente, bueno, todo lo es. Pero tenían el sabor de siempre, y eso me gustó, tanto que ya hemos llegado al millón, cinco mil años dan para mucho, somos la envidia del cielo. Cupido piensa que de seguir así algún día perderá su puesto.

“5.000 años
y aún recibes mi cuerpo como un mundo desierto
donde todo es hacer.” Dicen que todo es caduco y temporal, que equivocados estaban, pobres ignorantes, tú y yo gozamos de una eternidad, atemporal y perpetua. Seguimos juntos y enamorados. Deseándonos, buscándonos, compartiendo. La tierra, el cielo, otra galaxia, que más nos da. Pueden argumentar lo que sea, mientras, seguimos unidos en este nuevo aliento cargado de ese amor tan conocido y dominado, y a la vez sorprendente y estimulante.

“Sobrevivimos al verano y a su mejilla más ardiente
y en el invierno nos guardamos bajo la sombra de la nieve.” Superamos tanto, problemas económicos, de salud, la educación de los niños, tantas preocupaciones por su futuro, su felicidad, pensábamos que éramos imprescindibles, tuvimos que morir para, juntos, darnos cuenta de que sus vidas siguen perfectas y completas. Tienen sus momentos, y aunque no están exentos de problemas, salen a flote sin nosotros.

“5.000 años
y aún me busco y me pierdo en el terco misterio
del amor y su red.” Cuantas veces me has guiado, torpemente creí conocerte, jamás se termina de conocer a nadie. Ni si quiera a uno mismo. Cuándo más seguro estoy de acertar en tu reacción, más imprevisible eres; cuándo creía adivinar tu pensamiento, éste vagaba perdido en desiertos remotos, inaccesibles para alguien tan de ciudad como yo. A tu lado todo ha sido y es una sorpresa constante, salpicada de pequeñas certezas conocidas y explotadas, pero en definitiva un misterio a descifrar cada día.

“5.000 años
y aún conservo el recuerdo del feliz cautiverio
de una luna de miel.” No sé como resumirías nuestra vida, para mí, sin duda, sigue siendo una eterna luna de miel. Con sus más y sus menos, pero su dulzor prevalece como sabor principal, ya sabes, como ese último sabor de boca inalterable.

“5.000 años
y no pudo ni el tiempo a través de los tiempos
eludir la pasión.” Nos preguntan la clave, ¿qué se debe hacer para lograr lo que tenemos, lo que sentimos el uno por el otro?, ¿recuerdas cuando tus alumnos te cuestionaban?, sonreías, y sin más decías: “c’est la vie.” Siempre has pensado que no había ningún misterio, ni mérito, simplemente esta era nuestra vida y así la vivíamos. Aquí ni si quiera pronuncias tu frase magistral, siempre dejas que sea yo el que argumente lo indescriptible. Te gusta verme en apuros, y cuando desearía desaparecer, para evitar el desastroso ridículo cometido, sales en mi defensa, me rescatas cantándoles a todos los presentes:

-“Y nos encontrarán
y sabrán que alguien te amó
el devenir será testigo
de cómo al hilo del amor
viví una eternidad
contigo.”-

Nos dejas a todos con la boca abierta y entonces lentamente reacciono y replico: - eso es, yo no lo habría expresado mejor.- Reímos y nuestra mirada cómplice nos asegura otra década más juntos.
Una eternidad contigo.

NIEVES JUAN GALIPIENSO.
28/6/2010.