viernes, 12 de febrero de 2010

ALIENTO


ALIENTO.

Sé que lloras a escondidas, y eso me mata, creo que más, que esta mierda que tomo. Por las noches en silencio, el cuello de tu pijama y el lado de tu almohadón se humedecen. Y cuando sales, aprovechando que tengo visita y tardas un tiempo en volver, sé que digieres en soledad nuestro diagnóstico.
Intentas sonreír, y te esfuerzas en ello, pero me basta mirar tus pupilas para saber que su pequeño riachuelo de tristeza y desesperanza ha fluido como agua que busca su camino.
Entonces bromeo, y pongo alguna de esas caras que tanta gracia siempre te han hecho. Tu sonrisa brota sincera y limpia, yo me oxigeno y me crezco, no todo está perdido. Mi aliento cobra fuerza, te cojo de la mano y tus caricias me recuerdan cuan afortunado soy. Aún teniendo esta sentencia de muerte casi firmada.