domingo, 10 de abril de 2011

DE LA "A" A LA "Z".


1ª ENTREVISTA: DE LA “A” A LA “Z”...

- Buenas tardes Sr. Vega, ¿puedo llamarle así?-
- Muy buenas caballero, no hombre, mejor D. Diego. Aunque siempre he deseado llamarme Rodolfo.-
- ¿Rodolfo y eso? ¿No envidiará al personaje de todas las Navidades, el Langostino?-
- ¿Se refiere a ese Rodolfo? No, no. Siempre me ha gustado ese nombre, creo que habría tenido más éxito con las mujeres llamándome así.-
- ¿Más aún, tendrá usted queja?-
- Bueno, bueno, no se crea todo lo que han dicho de mí, en ese, como en tantos otros temas se tiende a exagerar.-
- Ya veremos que conclusión sacan sus lectores tras leer esta entrevista.-
- Espero que buena.-
- D. Diego imagínese por un momento que alguien no lo conoce, ¿cómo se describiría? ¿Cómo podría presentarse ante esa persona?-
- Pues mi querido Amancio, ¿es ese su nombre, verdad? Me resulta difícil imaginarlo, porque ya ha llovido desde mi primera aparición en sociedad, y porque de mí ¿qué no se ha dicho?-
- ¿Podríamos catalogarlo cómo...? Ayúdeme.-
- Pues como un defensor de la justicia. Alguien que desea liberar a los oprimidos del abuso de poder y de la explotación.-
- Y en cuanto a sus métodos, ¿cree que actualmente, con la que está cayendo serían efectivos?-
- Por supuesto, mire caballero, los tiempos cambian, el progreso avanza raudo, pero al final, siempre hay vencedor y vencido. Poderoso y oprimido. La honradez y la palabra han perdido valor, pero los conflictos actuales se originan por lo mismo que los de antaño. –
- ¿Se siente seguro y preparado con su capa negra y ese sable?-
- A más de uno que lanza redes para atrapar a sus víctimas o escanea a los sospechosos con sus ojos, les dejaría Cao con un toque de espada, antes de poder reaccionar y sacar a la luz sus superpoderes. –
- Veo que hay rivalidad.-
- Amancio, yo soy un hombre, un noble que defiende al desfavorecido. Cuento con mi habilidad, inteligencia y buena voluntad, pero al fin y a la postre un hombre como usted. No necesito rellenos artificiales para hacer el bien. Cada uno domina sus medios y sus técnicas. –
- D. Diego, seguro que por su vida han pasado personas de todo tipo y condición, pero si tuviera que señalar aquellas que más huella le han dejado, ¿cuáles serían y por qué?-
- Tiene razón, después de tantos años, uno conoce de todo, pero sin duda la figura de mi padre ha sido fundamental.-
- Hábleme un poco de su relación con él.-
- No sé por dónde empezar, mi padre ha sido mi referente, un ejemplo a imitar de discreción, honradez y bondad. Siempre siguió de cerca mi educación, mi formación y toda mi evolución como persona y como hijo. Le costó aceptar mi lucha, siempre me decía que era un rebelde con causa, y que tentaba a la suerte con mis agravios. Aunque en el fondo, me admiraba, porque veía en mí lo que él nunca se había atrevido a defender. Temía por mi vida y por mi honor, tanto flirteo mujeril no acarrearía nada bueno. Pero siempre me defendió ante sus amigos e incluso en ambientes más hostiles en los que, precisamente, no se me piropeaba. Sobre todo hubo un hecho, una decisión que me reveló su gran interior.-
- Por favor, cuénteme, me ha dejado intrigado.-
- Pues verá, corrían tiempos difíciles, política y económicamente, varios fueron los bandidos que asaltaban nuestra finca. En una ocasión Bernardo logró cazar a uno de ellos. Enfadadísimo se lo entregó a mi padre para que diera parte a las autoridades e impartiera su castigo. Aquel joven truhán debía escarmentar. Cuando mi padre acudió y lo vio sucio, lloroso y casi pálido de hambre y de miedo, antes de escuchar a Bernardo, ordenó que fuera lavado, vestido con ropas nueves y alimentado, sólo después atendería sus razones para delinquir y hallaría el castigo justo. –
- ¿Y Bernardo...?
- Imagínese, sorprendidísimo y muy cabreado, pero obedeció, como era de esperar. Mi padre despachó sus asuntos y escuchó la defensa del joven, arrepentido y eternamente agradecido por haber comido ese día, casi como un marqués. Tras escuchar el relato de desgracias e injusticias padecidas por su familia, su reacción fue inmediata. Le preguntó al chico, qué sabía hacer, recordó los trabajos pendientes en la hacienda y tras consultarlo con Bernardo en su lenguaje especial, acordaron que Pedro, así se llamaba el joven ladronzuelo, pagaría con su trabajo los daños ocasionados y después se aseguraría de que nadie más intentara algo así de nuevo, recibiendo por dicha misión un jornal semanal. El chico salió encantado del despacho, volvió a colocarse sus ropas andrajosas, para no manchar las nuevas y comenzó su labor. No faltó ni un solo día a su trabajo. Y nunca hubo altercado alguno en nuestra hacienda.-
- D. Alejandro me recuerda mucho a un juez andaluz muy famoso por sus sentencias ejemplares con los jóvenes. –
- Ese era mi padre, las autoridades aprobaron sus medidas y lo felicitaron. La madre y los hermanos de Pedro lo quisieron como si fuera un segundo padre. Todos aprendimos. Esta es sólo una de tantas, ¿comprende por qué fue tan importante para mí?-
- Perfectamente, me hago una idea.-
- ¿Y entre esas personas especiales e influyentes, no hay alguna mujer?-
- Amancio, mi querido Amancio, siempre hay una mujer, y en muchas ocasiones más de una. De mi madre poco puedo decir, con tan sólo cinco años la perdí. Unas fiebres que corrían en ese momento por el país se la llevaron. Mi padre se aferró a sus recuerdos e intentó grabarlos en mi mente y en mi corazón para que nunca la olvidara. Y lo consiguió, pero si hay alguien que cambió mi vida y que transforma a su antojo cada minuto de la mía, esa sin duda es, mi Lolita.-
- ¿Se refiere a la Srta. Pulido?-
- La misma, esa flor llena de perfume y vida que me embriaga con su mera presencia.-
- Perdone que sea algo indiscreto, pero estoy seguro que todos sus seguidores se preguntan, ¿qué hubo entre ustedes?-
- Mi querido amigo, mucho, y menos de lo deseado. Lolita llegó a mí una tarde de agosto, su padre jugaba su penúltima partida de póker, en ella apostó todo su patrimonio, sospechó llevar una buena mano, excelente, a su juicio. La apuesta era fuerte y la avaricia y la adicción al juego le gastaron una mala pasada. Cuando levantó sus cartas y vio que su escalera de color, caía peldaño a peldaño conforme ascendía por ella las cartas: 10, Sota, Caballo, Rey y As del mismo color del capitán Ramón, enloqueció. Acababa de perder todo, hasta su casa. Comenzó a ahogarse, le costaba respirar, por un momento temieron por su vida. Enseguida le dieron unas gotas de coñac y un poco de agua y trataron de calmarle. Sabía que no podía regresar a casa dando esa noticia a su esposa e hija. Y forzó una segunda partida. Algunos participantes abandonaron y tan sólo el capitán Ramón aceptó su reto, D. Gregorio necesitaba recuperar como fuera su fortuna y que su familia nunca conociera lo ocurrido, no midió las consecuencias de sus delirios y aceptó la condición impuesta por el capitán, exigiendo a D. Gregorio, que se jugara la mano de su hija además de su dinero. Es decir, si ganaba Ramón, se casaría con Lolita y recibiría la dote y la bendición del padre y de toda la familia, así como todos sus terrenos y bienes. En caso contrario D. Gregorio recuperaría su hacienda, y conseguiría la fortuna recientemente heredada, por el capitán, de un pariente de la nobleza, fallecido sin descendencia. Parecía salir humo de aquella mesa, las cartas costaban deslizarse. El pulso llegó a su fin al descubrirlas. De nuevo D. Gregorio perdía. Lolita pasaba a manos de Ramón. Su esposa y él deberían abandonar la finca y empezar de cero, a su edad, obligando a su hija a desposarse con alguien al que odiaba. D. Gregorio abandonó el casino cabizbajo y afligido no supo dónde meterse para no afrontar la realidad de llegar a su casa y explicar lo ocurrido. En esas horas los rumores se propagaron llegando a oídos de Lolita. Atemorizada acudió a Fray Felipe, en busca de ayuda. Debía casarse, sólo así su familia mantendría su hacienda intacta y podría sobrevivir.-
-¿Se casaron, entonces?-
- Ya lo creo, a los tres días siguientes el capitán Ramón salía de la Iglesia de Santa Rosa del brazo de su nueva y flamante esposa. Ante notario, D. Gregorio recuperó sus pertenencias y regresaron a casa. Lolita le pidió a Ramón un par de horas a solas para despedirse de sus padres y de todo su entorno, preparándose para emprender una nueva vida a su lado. El capitán le concedió su deseo y regresó a sus asuntos. Lolita se despidió de sus padres en unos minutos escapando a otro estado.-
- ¿Abandonó al capitán?-
- Exacto, partimos rumbo a otras tierras, Fray Felipe tenía un conocido de confianza y Lolita sería acogida como ayudante de cocina en su casa, pasó por una joven descarriada y arrepentida, necesitada de nuevas oportunidades.-
-¿Vamos, una obra de caridad?-
- Algo así. Durante nuestro trayecto pude conocer la estupenda mujer que es, y sentí no ser el capitán Ramón para poder rescatarla y hacerla feliz, no como una esposa obligada, sino como una amante apasionada que reclama un minuto de amor, de mi amor.-
- ¿Nunca regresó al pueblo?, ¿no vio más a sus padres?, ¿el capitán no la buscó?-
- Por supuesto, removió cielo y tierra, ofreció recompensas, pero ese era nuestro trabajo, tanto Fray Felipe como yo tuvimos mucho que encubrir y disfrazar. Lolita no pudo nunca casarse, pero evitó convivir con un ser detestable.-
- ¿Lolita, se enamoró de usted?-
- Amigo mío, no sabría decirle. Creo que ambos lo estamos y a nuestra manera nos lo profesamos, y aunque sé que le costará entender, Lolita ha sido para mí todo lo que siempre he deseado y nunca he podido disfrutar. Sus besos, sus caricias, su contacto ha estado vedado, prohibido. Un amor carnal hecho de aire, un amor platónico lleno de limitaciones. Siempre en mis sueños, nunca en mi vida.-
- Vaya, no imaginaba algo así, yo le hacía un Casanova, un don Juan.-
- Ya le dije que no es cierto todo lo que se dice de mí. ¿Decepcionado?-
- No, sorprendido gratamente.-
- Los padres de Lolita reciben puntualmente noticias de su hija a través de Fray Felipe, pero nunca han sabido dónde se esconde, fue parte del pacto. El capitán perdió los nervios, y eso agrió todavía más su carácter. De todos es sabido sus variados y numerosos escarceos, así como su actitud vengativa y cruel con sus subordinados, además de con todo aquel que ose llevarle la contraria.-
- ¿No lograrán hacer las paces nunca?-
- Bueno, ya me gustaría, no soy hombre de disputas ni enfados, pero para ello, mucho tendría que cambiar el capitán.-
- ¿Sabe que usted también está metido en esto de Lolita?-
- Si no lo sabe a ciencia cierta, se lo imagina, pero ninguna prueba demostrable de ello, obra en su poder.-
- Pero, a partir de ahora, está perdido. Acaba de delatarse usted mismo.-
- No padezca, estas últimas respuestas no serán publicadas, confió en su saber hacer para cambiar aquella parte de la trama que revele algo.-
- No lo dude, así lo haré y espero que esto no ocasione problemas a Lolita.-
- Estese tranquilo por este aspecto, de lo contrario no le habría contado nada.-
- Bueno sigamos. Sr. Vega, es conocedor de cómo ha cambiado el mundo, si en estos momentos pudiera actuar directamente sobre algún problema, ¿cuál le gustaría solucionar? ¿Qué hecho cambiaría para mejorar la vida actual?-
- Pues, me lo pone difícil, Latorre, porque hay tanto que mejorar, pero sin duda, para seguir fiel a mis principios me iría de cabeza a por los poderosos: banqueros, petroleros, algún que otro político, a por todos los que siguen llenando sus bolsillos a costa de los más pobres.-
- ¿Y qué haría para ello?-
- Está claro, los raptaría. Y los acompañaría a que vieran con sus propios ojos las consecuencias de sus acciones. Después les daría a probar de su propia medicina un par de meses, hasta que jurarán ante notario la renuncia de sus bienes y la posterior repartición entre todos los necesitados. En el mundo dejarían de pasar hambre tanta gente, mejoraría la situación de muchos con tan poco, que medio planeta estaría prácticamente arreglado. Por supuesto, su nueva labor sería ir por ahí publicando qué no se debe hacer, y cómo su cambio ha conseguido un bien mundial. Esto motivaría a los jóvenes poderosos a ser más generosos y honrados. A tener otros valores mucho más humanos y aumentar la responsabilidad y colaboración ciudadana.-
- Ahí es nada, vaya misión la suya.-
- Grandes motivaciones consiguen buenos propósitos. No lo olvide nunca.-
- ¿Alguna vez ha sentido miedo en sus afrentas?-
- Ya lo creo la mayoría de veces, pero sólo después de haberlas vencido. Cuando recuerdo lo pasado, me cuestiono a mí mismo cómo he logrado salir victorioso. Pero en el momento no, actúo, resuelvo y chin pun.-
- ¿Qué necesita usted para su vuelta?, ¿Qué precisa para que su espada, su capa negra y su antifaz regresen a pasearse por cada uno de nuestros rincones, y el bien se imponga gracias a su labor?-
- Simplemente que la gente crea en mí, que me llamen, que deseen realmente que el Zorro vuelva a escena.-
- Hagamos, pues desde aquí este llamamiento. Unámonos para que este héroe transforme nuestras vidas, seguro que un poco de ayuda no vendrá mal.-
- Dicho queda, esperemos pues.-
- Sr. Vega, D. Diego, un millón de gracias por atender mi petición. Por sus respuestas sinceras, y por haber sido tratado durante estos días con tanta familiaridad.-
- Confieso, que al principio, pensé que estaba loco, pero ahora estoy contento con lo realizado y por haber conseguido un amigo más. Amancio ha sido un placer conocerle y compartir estos recuerdos.-
- El placer ha sido mío, de nuevo muchísimas gracias.-


NIEVES JUAN GALIPIENSO.
10/4/2011.