
ENFERMIZO.
Mezquino, mal intencionado y paranoico, ese soy yo. Aparezco con o sin razón, generalmente sin ella. Aniquilo, arraso y destruyo cualquier atisbo de confianza.
Dudo de todo, hasta de mi mismo y me apodero de las voluntades. Posesivo, asfixiante y controlador voy ganando terreno, lo blanco parece negro y lo negro gris.
Siembro la incertidumbre y recojo el fracaso y la destrucción. Nadie es capaz de soportarme, primero me ignoran, creen que soy un pariente inoportuno que vengo de visita y pronto me marcharé. Cuando la estancia comienza a prolongarse se defienden y me atacan, entonces me lleno de razones y retomo la carga, hasta que mi enemigo desfallece de tanta explicación no escuchada.
Un abrazo, una mirada, un saludo, una palabra, gestos sin importancia pueden provocarme y cabrearme muchísimo. Torturo a quien más amo, y yo me pregunto: ¿esto es amor?
Que alguien me ayude, por favor, pero alguien de confianza, ¿eh?, que la gente es muy mal pensada y ve donde no hay. ¡Ay Señor, que malos son los celos!
NIEVES JUAN GALIPIENSO.
14/10/2010.
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