martes, 9 de noviembre de 2010

TERCIOPELO AZUL



Entre tutús rosas y nubes de algodón, vestida de mujer no tengo sexo, ni religión. Estoy en el aire como una brisa fresca y refrescante que regenera cada día de tu vida. En tus palabras y en tus obras, salpicadas de detalles, piropos y cariño.

Voy y vengo paseando por tu alma, recogiendo lo que siembras, pintando la realidad y moldeando la adversidad. Mi mano está tendida, unos la cogen, me abrazan y hasta bailan al compás dulzón del amor más incondicional. Otros se ríen o me detestan, huyen de mí despavoridos, por miedo a no dar la talla.

Bebés, niños, ancianos, adolescentes, enamorados, hijos, padres y hermanos, para todos mi puerta está abierta y cada vez son más los que la han cruzado. No tengas miedo a recorrer este laberinto, correr no es de cobardes ni amar de perdedores.

Besos, caricias, mimos y abrazos se derriten ante mí, quien me prueba repite, se nutre, se sacia sin empacho. Multiplica y reproduce este jardín, transplanta, injerta mi sabia en cada una de tus obras.

Sabores, colores y olores refrescan tu memoria y hace que me tengas en cuenta. Así soy yo como una caricia eterna, que abrigo y acomodo, cobijo y trasformo. Tiernamente tierna, me despojo de rencillas, intereses y obsesión. Y así, desnuda, me muestro ante ti, La Ternura, no preciso mayor presentación.

NIEVES JUAN GALIPIENSO.
8/11/2010.

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