lunes, 1 de marzo de 2010

BOMBAY.


BOMBAY.

Natalia miraba desesperada su reloj. Luis llegaba tarde, como de costumbre. De pie en su despacho contaba los minutos para abandonarlo.

Nadie entendía su repentina decisión. Loca para unos y descabezada caprichosa para otros.

Su avión estaba a punto de aterrizar. El que la llevaría rumbo a otra vida, otro país, diferente cultura y tradiciones. Sin amigos ni familiares.

No esperó más, cogió sus cosas y se despidió de todos. Su taxi aguardaba en la entrada, y mientras se alejaba recorriendo aquellos lugares, recordó su llegada, llena de juventud e inexperiencia. Ahora algo más curtida en años y en vivencias.

Se despedía conforme, a su paso, iba dejando atrás parques, edificios, monumentos y lugares emblemáticos.

Con una sonrisa y algo de nervios por la nueva experiencia, pasar de alta ejecutiva a voluntaria sería todo un reto.

Llegó a tiempo, sin Luis, ¡que desastre!. Sus maletas facturadas, ya acomodada en su asiento imaginaba como sería su llegada. Y pedía al cielo no haber errado en su decisión.

Sus sueños se esfumaron, dejando paso a un descanso profundo. Mientras surcaba los cielos de Bombay.

NIEVES JUAN GALIPIENSO.
1/3/2010.

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