
AFORTUNADO ENCUENTRO.
Caminaba a prisa, sus pisadas delataban inseguridad y peligro. Sombras en la noche la perseguían. Respiración entrecortada, caminar acelerado. Giró en la primera esquina para esconderse, chocando con su verdugo.
- ¡Ayyyyyy! ¡No me haga daño, por favor!-
- Señora tranquila, soy el agente Rodríguez, ¿está bien?
NIEVES JUAN GALIPIENSO.
2/2/10.
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