viernes, 16 de abril de 2010

APARIENCIAS.



APARIENCIAS.

Hacíamos cola en la caja del banco, delante de mí una esbelta figura se alzaba casi toda de negro, sobre tacones vertiginosos. Su melena morena camuflada en aquellas mechas rubias cubría su espalda. Perfume de violetas y bolso amplio con hebillas y tachuelas.

Revisaba mis cuentas, y preparaba todo lo necesario para agilizar la tarea del cajero. La gente se amontonaba, y no había tiempo que perder. Se gira y me mira de reojo, como un gesto instintivo, como parte de su movimiento, del contoneo de su cabeza, cambiando de postura.

La miro de frente, maquillada hasta la saciedad, sus ojeras, imposibles de disimular, despiertan mi imaginación. Mi mente comienza a recrear la noche anterior. Tal vez estas ojeras escandalosas sean fruto de un rato de pasión, de una fiesta para dos, desconocidos y cómplices del placer de la oscuridad, el alcohol y la excitación. Tal vez el tiempo haya volado entre besos y caricias, repleto de jadeos y vacío de sueño y descanso.

Ya me toca, por fin, y suena su teléfono. Contesta mientras abandona la cola, cediéndome su lugar. No puedo evitar escucharla:
- Si, buenos días, bueno no muy bien. De seguir así tendrán que ingresarla. Faltan los resultados de la última prueba. ¿Pablo y Ana? Se han quedado en casa de mi cuñada, pero a media noche he tenido que salir a por ellos, estaban muy nerviosos.
Así que regresamos a las tantas y por fin se han dormido. ¿Yo?, pues he descansado acostada, pero sin pegar ojo. Si, intentaré dormir siesta, aunque lo tengo difícil. Gracias, no te preocupes, me apañaré. Hasta luego, ya te llamo, hasta luego.-

Indudablemente nada es lo que parece.


NIEVES JUAN GALIPIENSO.
12/4/2010.

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